HACER VISIBLE LO INVISIBLE

Karen Pinto
3 min de lectura

Cada 16 de octubre se conmemora el Día Nacional de la Persona con Discapacidad en Perú. Siendo una oportunidad para mirar de frente a una realidad que muchas veces pasa inadvertida, y para recordarnos que la inclusión no es una palabra bonita, sino es un derecho.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), más de 3 millones de peruanos —aproximadamente el 10.3 % de la población— viven con alguna discapacidad. De ellos, el 56.7 % son mujeres. Esta es una realidad que debe motivar acciones concretas.

Tener una discapacidad no significa incapacidad. Pero la barrera real muchas veces no está en el cuerpo, sino en la sociedad. Las rampas que no existen, los transportes inaccesibles, las escuelas sin apoyo especializado, los empleos que no consideran la diversidad… Todo eso suma. Por ejemplo: solo el 46 % de las personas con discapacidad en edad de trabajar participaba en el mercado laboral. ¿Y qué decir de la educación? Según la UNICEF, muchos niños y niñas con discapacidad tienen menos acceso a la escuela o a entornos educativos adaptados. 

A pesar de tener marcos legales como la Ley General de la Persona con Discapacidad, el Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (CONADIS), y otros instrumentos, el cumplimiento sigue siendo desigual. Que exista la ley no basta si la realidad diaria sigue siendo de obstáculos. En 2024, por ejemplo, había cerca de medio millón de personas con discapacidad registradas en el RNPCD (Registro Nacional de la Persona con Discapacidad), cifra que muestra que solo una parte está formalmente visibilizada. 

Por tanto, este día debe llamar a la reflexión y al compromiso de garantizar la accesibilidad a la educación, transporte y empleo, no solo en Lima, sino en todas las regiones. También en ver la diversidad como fortaleza, no como problema; contratando personas con discapacidad, adaptándose a sus capacidades. Donde entendamos que la discapacidad no implica inferioridad, sino que todos podamos construir una sociedad en la que la diversidad sea un valor, no un obstáculo.

Si cada 16 de octubre terminamos igual que como empezamos, sin cambiar nuestro pensamiento y actuar, seguiremos fallando. La inclusión no se logra con palabras, sino con acciones. Con rampas que funcionen. Con empleos que consideren la diversidad. Con aulas donde cada niño tenga los apoyos que necesita.

Que este día no solo se recuerde… que se traduzca en años de derechos reales.

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